APRENDER A RELAJARME

¿QUÉ PUEDO HACER PARA RELAJARME? ¿QUÉ TÉCNICAS EXISTEN?

La respuesta a esta pregunta es muy amplia,  pues son diferentes técnicas las que van ayudar en este propósito. En este artículo te exponemos una de ellas:  la relajación.

Si bien, siempre será recomendado ir a un profesional de la salud para que evalúe qué técnicas son las mejores para cada caso.

La relajación es una técnica que va dirigida a reducir la activación fisiológica que suele mostrarse cuando tenemos estrés o ansiedad.

Cuando hablamos de activación fisiológica, nos referimos a un estado de alerta que se manifiesta en diferentes síntomas: mayor tasa cardíaca, pensamientos más rápidos, sudoración, activación del sistema nervioso autónomo, presión sanguínea, segregación de la hormona cortisol (comúnmente conocida como hormona del estrés)… En una situación de estrés nuestro ritmo cardíaco aumenta, nuestra respiración se acelera, se eleva nuestro tono muscular, etc. Todo esto hace que nuestro cuerpo se encuentre activado.

En cambio, el estado opuesto, el de relajación, actúa de forma contraria, por lo que si trabajamos para relajarnos es inevitable que nuestra activación disminuye, no podemos estar relajados y tensos al mismo tiempo.

Pero para que la relajación funcione y podamos disfrutar de sus beneficios tenemos que practicarlo de forma asidua. Lo ideal será practicar algún tipo de ejercicio de relajación durante 10 minutos al día todos los días. Por ejemplo, justo antes de irnos a dormir o por las mañanas. Cada persona tiene que buscar qué momento del día es el mejor en su caso, pero tiene que ser un momento sin interrupciones, donde las condiciones ambientales sean buenas, estés cómodo/a, no sientas ni frío ni calor y que el whatsapp del móvil no comience a sonar.

Como decíamos, existen diferentes técnicas de relajación: meditación, relajación progresiva, relajación autógena, mindfulness… Os recomendamos que experimentéis y busquéis aquella técnica que más se adecúe a vosotros.

PROPUESTA DE EJERCICIO: RESPIRACIÓN  PROFUNDA O COMPLETA COMO FORMA DE RELAJACIÓN

Una técnica muy sencilla y que es un paso previo a dominar otras técnicas de relajación es la respiración profunda. Para saber aplicar esta técnica debemos conocer los cuatro tipos de respiración que existen:

1) Respiración difragmática: la que más llena nuestros pulmones y por tanto más oxígeno aporta. No es la respiración más habitual, aunque es de las más beneficiosas. El diafragma al recibir aire disminuye presionando la capacidad abdominal y poniéndose recto, por eso nuestra barriga se hincha; cuando soltamos aire el diafragma vuelve a su posición natural, con forma abombada o de paraguas.

2) Respiración torácica o pectoral: nuestros pulmones se quedan a medio camino de ser llenados de oxígeno y aire. Es el tipo de respiración más habitual. mplo, aumento de pectoral)

3) Respiración clavicular: Esta respiración se asocia a la ansiedad, apenas coge oxígeno y eso puede hacernos hiperventilar y acabar con una crisis de angustia.

4) Respiración profunda o completa. Es el más eficaz, ya que utiliza toda la capacidad de los pulmones; consiste en ir llenando nuestros pulmones de manera gradual, para después expulsarlo exactamente igual.

Tratar de hacer 20 inspiraciones y 20 expiraciones con la respiración profunda, con los ojos cerrados, acostados y en un lugar tranquilo es una buena forma de iniciarse en la relajación.

Para que este ejercicio sea eficaz debemos practicarlo en casa, en concreto se recomiendan tres series dos veces al día y con el estómago vacío. Tendríamos que hacer  tres series de 40 respiraciones cada una. Descansando entre cada serie 1-2 minutos que nos permitan descansar las piernas.

Este ejercicio no nos llevará más de 10 minutos al día y puede aportarnos muchos beneficios, ya que vamos a aprender a disminuir nuestra sobreactivación y por lo tanto a afrontar las cosas con mayor relajación y un nivel óptimo de activación fisiológica.

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